Con frecuencia se suele utilizar la expresión “la distancia es el olvido”. Y es que las pasarelas con mayor relevancia parecen concentrarse en Europa, sin menospreciar aquellas propuestas incipientes que cada vez van restando poder a las pasarelas convencionales. Sin embargo, no podemos quitar importancia a la influencia que la Semana de la moda de Nueva York tiene sobre el continente norteamericano, ya que supone un canal de comunicación de tendencias entre el nuevo y el viejo continente.
La Marquesa de Torre Casa, más conocida como Carolina Herrera, y de cuyo éxito internacional nadie duda, escapó de las tendencias futuristas retornando a estilos retro. La decoración que acompañó a la presentación de la colección estuvo repleta de elementos que nos trasladaron cuatro siglos atrás. Durante toda el desfile predominaron los tonos cobrizos y grises, que bañaron texturas como la seda, Jacquard reflectante, encajes, gamuzas y estampados con flores. Herrera le dio el protagonismo a la cintura optando por talles largos, pantalones ajustados y faldas anchas en los que combinó el colorido y la sobriedad.
Por su parte, el neoyorquino Marc Jacobs recuperó el espíritu ochentero para los nostálgicos en su presentación, en el que la diversión y la espontaneidad sorprendieron a los asistentes. Los peinados alocados añadieron frescura a las prendas de Jacobs, cuyo diseño no destacó sobre anteriores colecciones. El complemento estrella fueron los guantes largos hasta el codo en piel y de colores muy vivos. Y es que este desfile estuvo lleno de colorido, como el fucsia, rojo, amarillo, verde, azul y malva. Jacobs ha decidido hacer un guiño a aquellos tiempos en los que aún no era “el chico de oro de la moda americana”, añadiendo aliento fresco, canalla y descarado a las propuestas para la próxima temporada otoño invierno.
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Tags: Nueva York Otoño-Invierno